¡Vaya susto! Lo último que se podía imaginar Cheryl, una australiana residente en Melbourne, era encontrarse en el árbol de Navidad de su casa era una serpiente tigre de más de un metro. El reptil estaba enrollado tranquilamente entre las bolas de Navidad…
La joven actúo rápidamente, le hizo una foto, se salió de la habitación y llamó enseguida a un reconocido profesional, Barry Goldsmhit, quien no tardó en acudir y llevársela.
Parece ser que el clima cálido de esta época del año en Austrailia hace que las serpientes se vuelvan más activas y aparecen donde menos se lo esperan. Y si no, ¡¡que se lo digan a Cheryl!!